Publicidad
Campaña sensibilización sobre la enfermedad de San Filippo


El envejecimiento cutáneo I volver

Imprimir Enviar a un amigo

El envejecimiento cutáneo es un proceso dinámico y complejo en el que están involucrados múltiples factores: genéticos, hormonales y ambientales, entre otros.

De todos es sabido que el tabaco es un factor determinante en la aceleración y acentuación del proceso de envejecimiento cutáneo, dándole a la piel un tono grisáceo y pronunciando las arrugas a causa del deterioro de la microcirculación.

El envejecimiento intrínseco viene determinado solamente por el paso del tiempo. Se trata de un proceso natural y cronológico en el que desempeña un papel determinante la carga genética personal.

El envejecimiento extrínseco se debe a la interacción de varios factores ambientales sobre la superficie cutánea, como el tabaco, las radiaciones ionizantes y las radiaciones ultravioletas, siendo estas últimas las que tienen un papel preponderante en la inducción del foto envejecimiento.

A grandes rasgos, una piel joven es suave, firme y se pigmenta uniformemente; en cambio, una piel envejecida, es flácida, áspera, con arrugas finas e irregularidad en su pigmentación.

De hecho, hasta la década de los sesenta eran muy pocos los investigadores interesados en el estudio del proceso del envejecimiento; ha sido en los últimos 40 años, debido en parte a la mayor longevidad de la población en general, y en parte a la gran trascendencia social de mantener un aspecto joven, lo que ha motivado su estudio y los importantes progresos en su atenuación.

A nivel bioquímico, el proceso de envejecimiento no es más que un proceso ineludible de oxidación y muerte celular. Ello condiciona en la piel una serie de cambios: enlentecimiento de la regeneración celular (cicatrización lenta en heridas) disminución de los medanositos ( trastornos de pigmentación) reducción de las células de Langerhans (alteración de la capacidad inmune) disminución del grosor y vascularización de la dermis (flacidez, hipotermia) alteración de las fibras elásticas y de colágeno (laxitud y formación de las arrugas).

El tejido celular subcutáneo también disminuye, acentuando el aspecto de delgadez de la piel, y los problemas de termorregulación. Las glándulas sudoríparas disminuyen en número y funcionalidad, así como las glándulas sebáceas (piel seca). Las uñas, aunque pueden presentar múltiples cambios en el proceso de envejecimiento, en general pierden brillo y se vuelven opacas y blanquecinas, apareciendo con frecuencia estrías longitudinales en su superficie. El cabello no está exento de la influencia del proceso de envejecimiento, que condiciona una pérdida difusa en las personas mayores, debida a una reducción en la densidad de los folículos. La disminución de la cantidad del pigmento en los folículos pilosos da lugar a la aparición de pelo canoso.

Queda patente, pues, que el envejecimiento cutáneo es un proceso complejo, que afecta a la totalidad de las estructuras y anejos cutáneos, conllevando una peor capacidad defensiva y de barrera. Además, es característica la disminución progresiva de la función inmune, como consecuencia de la disminución de los linfocitos T ( aumento de infecciones micóticas y víricas, incremento de neoplasias) y secundariamente a la función deficiente de los linfocitos B (incremento de las enfermedades autoinmunes).

Es fácil deducir que, actualmente, poco podemos hacer por modificar el envejecimiento cutáneo cronológico, pero sí que es posible actuar modificando la exposición a los factores exógenos que condicionan y precipitan el fotoenvejecimiento, fundamentalmente la radiación ultravioleta (UV) es evidente la diferencia de aspecto, en un mismo individuo, de la piel expuesta al sol, respecto a la no expuesta.

El Tratamiento

Un capítulo aparte merecería el tratamiento y prevención de las alteraciones cutáneas que condicionan los cambios hormonales, y, en especial, la menopausia, que con frecuencia van al unísono con el envejecimiento cutáneo multifactorial. Entrarían en consideración las terapias hormonales sustitutivas y/o los cuidados cosméticos específicos.

Desde el punto de vista terapéutico, podemos intervenir en la prevención y se ha avanzado notablemente en las técnicas de tratamiento de la piel envejecida y sus cuidados.

La prevención del envejecimiento cutáneo consiste fundamentalmente en establecer una estricta fotoprotección. Está demostrado que las radiaciones UVA y UVB tienen un papel definitivo en la aparición del fotoenvejecimiento. Además, la fotoprotección es un elemento imprescindible que acompañara a todos los otros tratamientos dirigidos a mejorar el aspecto de la piel.

En cuanto a los cuidados necesarios de la piel senil, recomendamos mantener una buena higiene, así como una correcta hidratacíón de la misma, con objeto de prevenir las infecciones y mantener el efecto barrera de la epidermis.

El envejecimiento y fotoenvejecimiento cutáneo hasta hace poco se habían considerado como irreversibles. Actualmente por contra, se puede beneficiar de la existencia de múltiples alternativas terapéuticas, y conseguir una mejoría evidente del envejecimiento cutáneo y una atenuación de sus signos.

Actualmente las alternativas de las que dispone son de tres tipos:

  • Tratamientos Tópicos, basados en la aplicación de sustancias sobre la piel.
  • Tratamientos Físicos, basados en la aplicación de energía fotolumínica, física o térmica sobre la piel.
  • Tratamientos por Vía Oral, cuya acción es siempre complementaria a los anteriores.

Fecha última Inserción/Actualización: 17/04/2013

Tu Farmacéutico te aconseja, pregúntale cualquier duda