El
envejecimiento cutáneo es un proceso dinámico y complejo en el que están
involucrados múltiples factores: genéticos, hormonales y ambientales,
entre otros.
De
todos es sabido que el tabaco es un factor determinante en la aceleración
y acentuación del proceso de envejecimiento cutáneo, dándole a
la piel un tono grisáceo y pronunciando las arrugas a causa del deterioro
de la microcirculación.
El
envejecimiento intrínseco viene determinado
solamente por el paso del tiempo. Se trata de un proceso natural y cronológico
en el que desempeña un papel determinante la carga genética personal.
El
envejecimiento extrínseco se debe
a la interacción de varios factores ambientales sobre la superficie cutánea,
como el tabaco, las radiaciones ionizantes y las radiaciones ultravioletas,
siendo estas últimas las que tienen un papel preponderante en la inducción
del foto envejecimiento.
A
grandes rasgos, una piel joven es suave, firme y se pigmenta uniformemente;
en cambio, una piel envejecida, es flácida, áspera, con arrugas finas
e irregularidad en su pigmentación.
De
hecho, hasta la década de los sesenta eran muy pocos los investigadores
interesados en el estudio del proceso del envejecimiento; ha sido en los
últimos 40 años, debido en parte a la mayor longevidad de la población
en general, y en parte a la gran trascendencia social de mantener un aspecto
joven, lo que ha motivado su estudio y los importantes progresos en su
atenuación.
A
nivel bioquímico, el proceso de envejecimiento no es más que un proceso
ineludible de oxidación y muerte celular. Ello condiciona en la piel una
serie de cambios: enlentecimiento de la regeneración celular (cicatrización
lenta en heridas) disminución de los medanositos ( trastornos de pigmentación)
reducción de las células de Langerhans (alteración de la capacidad inmune)
disminución del grosor y vascularización de la dermis (flacidez, hipotermia)
alteración de las fibras elásticas y de colágeno (laxitud y formación
de las arrugas).
El
tejido celular subcutáneo también disminuye, acentuando el aspecto de
delgadez de la piel, y los problemas de termorregulación. Las glándulas
sudoríparas disminuyen en número y funcionalidad, así como las glándulas
sebáceas (piel seca). Las uñas, aunque pueden presentar múltiples cambios
en el proceso de envejecimiento, en general pierden brillo y se vuelven
opacas y blanquecinas, apareciendo con frecuencia estrías longitudinales
en su superficie. El cabello no está exento de la influencia del proceso
de envejecimiento, que condiciona una pérdida difusa en las personas mayores,
debida a una reducción en la densidad de los folículos. La disminución
de la cantidad del pigmento en los folículos pilosos da lugar a la aparición
de pelo canoso.
Queda
patente, pues, que el envejecimiento cutáneo es un proceso complejo, que
afecta a la totalidad de las estructuras y anejos cutáneos, conllevando
una peor capacidad defensiva y de barrera. Además, es característica la
disminución progresiva de la función inmune, como consecuencia de la disminución
de los linfocitos T ( aumento de infecciones micóticas y víricas, incremento
de neoplasias) y secundariamente a la función deficiente de los linfocitos
B (incremento de las enfermedades autoinmunes).
Es
fácil deducir que, actualmente, poco podemos hacer por modificar el envejecimiento
cutáneo cronológico, pero sí que es posible actuar modificando la exposición
a los factores exógenos que condicionan y precipitan el fotoenvejecimiento,
fundamentalmente la radiación ultravioleta (UV) es evidente la diferencia
de aspecto, en un mismo individuo, de la piel expuesta al sol, respecto
a la no expuesta.
El
Tratamiento
Un capítulo aparte
merecería el tratamiento y prevención de las alteraciones cutáneas que
condicionan los cambios hormonales, y, en especial, la menopausia, que
con frecuencia van al unísono con el envejecimiento cutáneo multifactorial.
Entrarían en consideración las terapias hormonales sustitutivas y/o
los cuidados cosméticos específicos.
Desde el punto
de vista terapéutico, podemos intervenir en la prevención y se ha avanzado
notablemente en las técnicas de tratamiento de la piel envejecida y
sus cuidados.
La prevención del
envejecimiento cutáneo consiste fundamentalmente en establecer una estricta
fotoprotección. Está demostrado que las radiaciones UVA y UVB tienen
un papel definitivo en la aparición del fotoenvejecimiento. Además,
la fotoprotección es un elemento imprescindible que acompañara a todos
los otros tratamientos dirigidos a mejorar el aspecto de la piel.
En cuanto a los
cuidados necesarios de la piel senil, recomendamos mantener una buena
higiene, así como una correcta hidratacíón de la misma, con objeto de
prevenir las infecciones y mantener el efecto barrera de la epidermis.
El envejecimiento
y fotoenvejecimiento cutáneo hasta hace poco se habían considerado como
irreversibles. Actualmente por contra, se puede beneficiar de la existencia
de múltiples alternativas terapéuticas, y conseguir una mejoría
evidente del envejecimiento cutáneo y una atenuación de sus signos.
Actualmente las alternativas de las que dispone son de tres tipos:
-
Tratamientos Tópicos,
basados en la aplicación de sustancias sobre la piel.
-
Tratamientos Físicos,
basados en la aplicación de energía fotolumínica, física o térmica
sobre la piel.
-
Tratamientos
por Vía Oral,
cuya acción es siempre complementaria a los anteriores.