Tratamiento
Como
cualquier otra patología, el primer objetivo del tratamiento de los callos,
callosidades y clavos consiste en eliminar o reducir en lo posible las
causas que lo originan. Para ello, es recomendable un calzado cómodo y
elástico, junto con calcetines que no sean irritantes químicos (son preferibles
de algodón), así como modificar los hábitos incorrectos que inducen a
la reacción hiperqueratósica, tal como mejorar la forma de caminar,
modificar la postura o forma que se emplea en un instrumento etc.
Debe
intentarse eliminar o, al menos, reducir la presión sobre la superficie
de la piel afectada o, si ello no es posible, redistribuirla entre un
área más grande (con lo que la presión por unidad de superficie disminuye
y, con ello, el efecto estimulante sobre la capa germinal de la epidermis.
Para
las lesiones de los pies resulta fundamental llevar zapatos firmes pero
no duros que ajusten bien, así como almohadillas o anillos de forma y
tamaño que estén en función de la extensión y localización del área afectada.
También resultan útiles los parches y vendajes protectores de goma espuma,
usándose en ocasiones arcos, placas o barras metatarsianas que permiten
redistribuir las presiones.
Las
planchas de siliconas recortable son hipoalergénicas y amortiguan
los roces y presiones sobre el pie. No deben aplicarse en zonas con exudación
o infectadas..
Las
lesiones hiperqueratósicas se puede eliminar con fármacos queratolíticos
tópicos, siendo el más utilizado (y útil) el ácido salicílico,
que se emplea en concentraciones que van desde el 8% hasta un 60%, según
la forma farmacéutica y los excipientes empleados (solución, ungüento,
parches, apósitos, etc.).
Frecuentemente,
el ácido salicílico es asociado con otros queratolíticos, principalmente
el ácido láctico y el ácido acético. En algunos preparados
también pueden encontrarse otras sustancias, tales como anestésicos locales
(benzocaína) estos últimos son de dudosa utilidad, dado que el grosor
del estrato córneo impide prácticamente su absorción hasta las zonas inervadas
de la dermis, donde desarrollan su efecto local.
Muchas
de las formulaciones emplean colodión, una sustancia plastificante
que permite recubrir la dureza con una capa uniforme, manteniendo un contacto
continuo del queratolítico con la lesión hiperqueratósica.
Los
preparados tópicos queratolíticos se suelen administrar en dos aplicaciones
diarias, generalmente al acostarse y al levantarse. Normalmente, al cabo
de 3-6 días el callo habrá sido eliminado, aunque puede facilitarse esta
acción mediante un baño de agua caliente.
Debido
a su elevado poder de hidratación, los preparados tópicos con urea (40%)
son también empleados en la eliminación de callos. También resultan de
especial utilidad las aplicaciones con piedra pómez o cortarlos con un
cortaúñas inmediatamente después del baño.
Advertencias
y Sugerencias
Es
muy importante que sepa si realmente se trata de un callo o callosidad
y cuál es el origen del problema. Es especialmente importante no confundir
los callos con las verrugas, especialmente con cierto tipo de verrugas.
Las
verrugas comunes son nódulos bien delimitados, de superficie rugosa, redondeados
o irregulares, firmes y de coloración gris clara, amarilla, parda o negro-grisácea,
de 2 a 10mm de diámetro. Se observan con más frecuencia en zonas sometidas
a traumatismos (dedos, codos, rodillas, cara) aunque pueden observarse
en cualquier lugar. Las verrugas periungueales (alrededor de las uñas)
son frecuentes, como lo son las verrugas plantares (en la planta del pie)
que se aplanan con la presión y se rodean de epitelio cornificado.
Se
puede distinguir un callo de una verruga plantar o callosidad eliminando
la piel córnea: el callo muestra márgenes cutáneos conservados, mientras
que la verruga tiene unos márgenes bien definidos, con un tejido macerado
blando o un punteado negruzco, producidos por la trombosis de los capilares.
Cuando se elimina la piel córnea en una callosidad, se reconoce una zona
central bien delimitada, amarillenta o transparente.
Otro
cuadro que no debe ser confundido con los callos son los juanetes.
Estos son debido a una alteración articular y ósea, que afecta al dedo
pulgar de uno o ambos pies. Su origen suele ser consecuencia de anomalías
anatómicas o al uso del calzado inadecuado, que provoca el desplazamiento
hacia un lado del dedo y la formación de una lesión de tipo inflamatorio
(bursitis).
Los
juanetes no son susceptibles de ser tratados con preparados de aplicación
tópica (local) En los casos más leves puede emplearse algunas medidas
paliativas (almohadillas especiales) mientras que las formas más graves
y discapacitantes suelen precisar una intervención quirúrgica correctota.
Es
importante transmitir al paciente la idea de que los preparados queratolíticos
son, por sus propiedades farmacológicas, irritantes para la piel no hiperqueratósica
( que presenta un delgado estrato córneo) por ello, deben evitar la aplicación
de estos productos fuera del área afectada o durante periodos superiores
a dos semanas. En caso de que el callo o callosidad sea resistente a este
tratamiento, deberá requerirse la atención especializada de un podólogo.
Los
pacientes con tendencia a desarrollar callos o callosidades en los pies
pueden necesitar consultas regulares con un podólogo; por su parte, aquellos
que presentan alteraciones de la circulación periférica asociadas, sobre
todo si padecen diabetes mellitus, necesitan asistencia médica especializada.