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De
las enfermedades del sueño, el insomnio es la más común. Se define como
un sueño que no produce la adecuada recuperación energética que necesita
el organismo para continuar con las actividades cotidianas del día. No
interesa la cantidad de horas que se duerme sino su calidad. El número
ideal de horas de sueño es aquel que nos permita sentirnos alerta durante
el día. Esto varía de persona a persona, pero en la mayoría de los casos
fluctúa entre 7 y 9 horas.
Aparece
como una alteración de la cantidad o calidad del sueño y puede presentarse
como dificultad para iniciar o mantener el sueño. El insomnio es de trascendencia
cuando se presenta varias noches o durante semanas o meses.
El
sueño cumple importantes funciones renovadoras para nuestra mente y nuestro
cuerpo, pero hay personas para las cuales la hora de dormir no es una
experiencia placentera y renovadora sino que se convierte en una lucha
cotidiana contra el insomnio y otros problemas del sueño. No pueden disfrutar
de un día pleno, alerta y productivo porque la noche anterior no pudieron
dormir. Estos problemas se traducen en baja productividad, problemas cognitivos,
incremento en la posibilidad de accidentes, irratibilidad, mayor riesgo
de enfermedades, muerte prematura y disminución de la calidad de vida.
Hay estudios que demuestran que el insomnio afecta negativamente al sistema
inmunológico.
Tipos
de insomnios
Existen
varios tipos de insomnio. De acuerdo a la forma de presentación, se divide
así:
- Insomnio de conciliación:
Las dificultades se presentan para iniciar el sueño.
- Insomnio de mantenimiento:
Comenzar el sueño es fácil, pero mantenerlo estable durante la noche
es muy difícil. En el transcurso de la noche se presentan despertares
frecuentes, lo cual deja al día siguiente sensación de cansancio.
- Insomnio terminal:
La persona no tiene dificultades para comenzar a dormir, pero se levantará
más adelante, en la noche, y no puede volver a dormir.
Muchas
personas, cuando tienen problemas para dormir, comienzan a dar vueltas
en la cama y a "buscar el sueño". El problema es que e mientras más esfuerzos
hacemos por dormirnos, más nos preocupamos por nuestra capacidad para
dormir y más difícil se nos hace quedarnos dormidos. En efecto, nos hemos
acondicionados a tener dificultades a la hora de dormir. Para la mayoría
de las personas el ritual previo a ir a la cama que consiste en actividades
tales como lavarse la boca, quitar la colcha, apagar la luz sirven como
un mensaje a nuestro cerebro para que se relaje y nos ponga soñolientos.
En
las personas que se han acondicionado para tener problemas con el sueño
por el contrario las actividades previas a acostarse son más bien una
señal que le dice al cerebro que se prepare para una larga y frustrante
batalla.
Fecha
última Inserción/Actualización: 17/04/2013
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