Debe
saber en primer lugar, que el cristalino es una estructura semitransparente
convexa suspendida en el globo ocular, entre los humores acuoso y vítreo,
cuya función es la de llevar los rayos de luz a un foco sobre la
retina.
En
el recién nacido, la sustancia del cristalino es de consistencia
suave y flexible, y su forma se altera con facilidad, mediante la acción
de los músculos ciliares (acomodación).
Durante
la vida se observa un endurecimiento gradual de dicha sustancia, empezando
con el núcleo, de modo que se hace más resistente a cambios
en la forma hasta los 40 años de edad de una persona común
con visión normal, que tiene dificultad para enfocar objetos cercanos
y para leer pequeños carácteres. Esto se denomina presbicia, pero
no implica un aumento en la hipermetropía, si la hubiera de base,
sino tan solo una disminución en el poder efectivo de la acomodación.
Datos
clínicos
Con
el paso de los años el cristalino se endurece y no es capaz de
obedecer adecuadamente las órdenes del músculo ciliar. El
proceso se inicia a partir de los veinte años, pero comienza a
hacerse evidente a mitad de los cuarenta, cuando la gente se resiste a
aceptar que la longitud de sus brazos es demasiado corta para ver con
comodidad. El nombre dado a tan desagradable descubrimiento es el de presbicia.
Por
lo general, este trastorno se percibe, al principio, por la tarde, cuando
la luz es débil y las pupilas están dilatadas, permitiendo
amplios círculos de difusión. Al présbita le gusta
leer con iluminación brillante e intenta, en lo posible, mantener
la luz entre el libro y los ojos o leer a la luz del sol, de forma que
las pupilas se vean forzadas a contraerse y disminuir su abertura.
Por
esta razón, a una edad más avanzada, cuando las pupilas
se hacen más pequeñas, en la senilidad, un anciano sin acomodación
puede ver los objetos próximos con bastante detalle. Pueden aparecer
cefaleas, y los ojos se notan cansados y doloridos y tienden a adoptar,
a veces, un aspecto permanentemente lacrimoso.
Los
síntomas se presentan con el trabajo de cerca. Los objetos cercanos
se ven borrosos o se puede experimentar malestar o fatiga al intentar
realizar dicho trabajo. Las personas con visión normal pueden quejarse
de que, después de dirigir la mirada hacia arriba, los objetos
distantes se ven borrosos durante unos cuantos momentos, debido a un retraso
en la relajación de la acomodación, después de un
esfuerzo excesivo para enfocar de cerca.
Tratamiento
Según
la refracción, se prescribe una lente que corrija el error de refracción
básico, junto con la adicción convexa apropiada para la
lectura (adición), la cual se sitúa en el punto cercano,
dentro de los límites adecuados para las necesidades del individuo.
Puesto
que esta lente puede hacer que la visión a distancia aparezca borrosa,
dichos requerimientos inducen, en ocasiones, a la adaptación de
lentes bifocales o multifocales para una mayor conveniencia en su utilización.
Algunas personas se conforman tan solo con el uso de las lentes de lectura,
en tanto que otras prefieren dos pares de gafas.
En
todos los casos es mejor infracorregir que supracorregir, ya que si las
lentes tienden a ser demasiado fuertes, surgirán dificultades con
la asociación de acomodación y convergencia y se limitará
inoportunamente el margen de visión. Si por alguna razón
las exigencias de un trabajo delicado imponen una corrección más
alta, deberá apoyarse la convergencia con prismas y la acomodación
con esferas.
En
el sujeto normal, sin embargo, nunca se insistirá bastante en que
la causa habitual de la fatiga y la incomodidad después de la prescripción
de gafas para la presbicia es la corrección excesiva. Si puede
reducirse la potencia de las lentes sin producir un deterioro grave de
la agudeza visual para el trabajo en el margen requerido, deberá
hacerse así; pero si es imposible, la incomodidad suele aliviarse
si se añade a las lentes un prisma de base interna o, como alternativa
, se descentran las lentes de forma adecuada. De este modo, la esfera
mejora la acomodación y el prisma alivia la convergencia.
Evolución
y pronóstico
La
persona promedio requiere sus primeros anteojos de lectura entre la edad
de 42 y 45 años. Esta primer prescripción tan solo corrige
la deficiencia del poder de acomodación en esa época. Casi
cada dos años se requiere una nueva prescripción. A medida
que estos poderes son insuficientes, en los años subsiguientes,
pueden hacerse necesarios varios cambios en la fuerza de las adiciones
de lectura hasta los primeros años de la quinta década de
la vida, época en la cual los anteojos realizan la mayor parte
de los cambios en el foco que se requieren para el trabajo de cerca. Más
tarde, los cambios necesarios pueden ser escasos, a menos que el desarrollo
de opacidades del cristalino, glaucoma, miopía degenerativa u otras
alteraciones patológicas modifiquen el estado refractario del ojo.