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Tratamiento II volver

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El Proceso de Irrigación del Canal Auditivo


Generalmente se aplica cuando:

  • Hay una oclusión total, con dolor, pérdida o reducción notable de la agudeza acústica y tinnitus (percibir el sonido como repiqueteo).
  • Otitis externa (en el caso de que no se disponga de aspirador ótico)
  • Tapones resistentes a los cerumenolíticos convencionales.

Para ello se emplea una jeringa cargada con agua tibia (lo más próxima a la temperatura corporal: 37° C), que es inyectada en el canal auditivo de forma suave, con la intención de que la propia corriente de salida del agua administrada arrastre el tapón de cerumen.

El procedimiento consiste en estirar suavemente el pabellón auditivo del paciente hacia arriba y hacia atrás, para rectificar así el ángulo del conducto auditivo externo. Es conveniente fijar la cabeza del paciente para que no se mueva durante el proceso.

Tras llenar la jeringa con agua tibia, se proyecta el chorro hacia la pared superior del conducto, para que la corriente de retorno empuje el tapón. Este proceso puede repetirse tantas veces como sea necesario.

Previamente a la extracción debe reblandecerse el tapón durante cuatro días con gotas cerumenolíticas o con agua oxigenada rebajada, empleando 2-3 gotas cada seis horas.

El conducto auditivo puede irritarse o inflamarse durante cualquier proceso de extracción. Por ello, es preferible que esta práctica sea realizada por profesionales de enfermería o médicos experimentados en este procedimiento, especialmente en casos de extracción difícil, tales como:

  • Cuando se sospeche de perforación del tímpano.
  • Si el paciente se marea al usar agua de irrigación a la temperatura correcta.
  • Cuando el conducto auditivo esté seriamente inflamado.
  • Cuando cualquier intento de extracción provoque dolor fuerte (lo que suele indicar que el cerumen está impactado y habrá que reblandecerlo previamente con gotas).

La extracción de tapones puede plantear una serie de complicaciones eventual mente graves que conviene valorar adecuadamente. Las principales son:

  • Hemorragia traumática, especialmente si el conducto está muy inflamado.
  • Lesiones producidas por el instrumental empleado, si el paciente se mueve durante la irrigación.
  • Perforación del tímpano.
  • Otitis externa y media.
  • Irritación o enrojecimiento del tímpano y del conducto.
  • Crisis vertiginosa.

Uno de los motivos por los que puede fracasar la extracción del tapón es la existencia de un tapón epidérmico. Las principales diferencias con los tapones normales de cerumen radican en su color, que en lugar de ser marrón oscuro es más blanquecino. Es más duro, se encuentra adherido a la pared del conducto auditivo, suele ser bilateral y es frecuente que alcance el tímpano. Al ser extraído, el conducto auditivo presenta una dermatitis seca.

La extracción de los tapones epidérmicos debe ser efectuada por el médico otorrino y se realiza en seco con el instrumental adecuado. Posteriormente es preciso tratar la dermatitis crónica.

Cuando ni los agentes cerumenolítícos ni la irrigación del canal auditivo proporcionan los resultados deseados, es preciso recurrir a la debridación, combinando la aspiración con el raspado. Para ello es imprescindible la utilización de dispositivos especiales, siempre por médicos otorrinos expertos.

Fecha última Inserción/Actualización: 17/04/2013

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