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Diagnóstico
El
diagnostico de una artrosis de rodilla es sumamente sencillo. Un simple
interrogatorio sobre las características del dolor, seguido de una exploración
de la rodilla y complementada con unas radiografías es suficiente para
establecer el diagnóstico.
Tratamiento
En
cualquier caso tiene que quedar bien claro que la artrosis como tal no
tiene cura. Esto simplemente quiere decir que hoy en día carecemos de
medicamentos que regeneren el cartílago y lo devuelvan a su situación
inicial. Dicho esto, explicaremos las medidas terapéuticas para las distintas
fases de la enfermedad.
a) Artrosis inicial.
Se trata del inicio de los síntomas. El paciente puede hacer
su vida normal, pero empieza a sentirse limitado por el dolor. Aquí
será importante tratar de solucionar algunos factores que agravan
la artrosis. Por ejemplo, corregir la obesidad será uno de
ellos. El exceso de peso no origina por sí mismo la artrosis,
pero es evidente que cuanto más peso tenga que soportar una
rodilla enferma, peor evolución tendrá. Será
útil empezar a realizar ejercicios articulares, que fortalezcan
la musculatura y preserven el movimiento articular normal. Para el
dolor, cualquier calmante de los habituales puede ser eficaz. Hay
mucha gente que con la simple toma de una o dos aspirinas al día
le es suficiente para controlar las molestias.
b) Fase estable.
Aquí el dolor ya es más continuo y a la vez más
incapacitante. Todas las medidas que hemos mencionado antes siguen
siendo válidas. Quizás la única diferencia es
que al ser más intenso el dolor, la toma de simples calmantes
no suele ser suficiente, por lo que en estos casos se recurre a administrar
antiinflamatorios. Estos medicamentos son muy útiles para quitar
o aliviar el dolor y bajar, si la hay, la inflamación.
c) Artrosis severa.
Afortunadamente sólo algunos enfermos llegan a esta fase, ya
que la inmensa mayoría se van a beneficiar de las medidas mencionadas
anteriormente. En estos casos los síntomas son tan severos
que el enfermo se encuentra incapacitado para acciones como pasear,
o incluso realizar su aseo personal. Independientemente de que en
estas situaciones se apliquen los tratamientos anteriores, en la mayoría
de los casos hay que recurrir a la cirugía. La solución
es el implante de una prótesis de rodilla. Actualmente este
tipo de operación está muy extendida y existe ya una
gran experiencia, por lo que en la inmensa mayoría de los casos
la intervención es un éxito. El dolor desaparece y el
enfermo es de nuevo capaz de caminar prácticamente con normalidad.
Las complicaciones que pueden aparecer en un tipo de operación
como ésta, escasas aunque lógicamente inevitables, es
lo que hace que esta intervención se reserve para los casos
más graves.
Resumiendo, la artrosis
de rodilla es una enfermedad que aparece por una degradación del cartílago,
lo que condiciona la pérdida de la congruencia articular y la aparición
del dolor. La gran mayoría se pueden tratar con medidas sencillas que
son suficientes para aliviar el dolor. Sólo en algunos casos graves
será preciso recurrir a la cirugía.
Ejercicios
Recomendados
Recostado sobre la espalda
1.
Elevar lentamente la extremidad inferior con la rodilla completamente
extendida, si es posible hasta la vertical (ángulo recto). Mantener
esta posición durante 5 ó 10 segundos, y volver a la posición
inicial. Este ejercicio se realizará alternativamente, con 10
a 30 movimientos con cada extremidad. Al realizar este ejercicio, el
pie debe permanecer en unas ocasiones en ángulo recto, con lo
cual la musculatura de la parte anterior al muslo es la que se robustece;
en otras ocasiones es aconsejable realizar el mismo ejercicio con los
dedos rígidos hacia afuera, con lo cual es la musculatura de
la parte interna del muslo la que se robustece y rehabilita.
2.
Flexionar
la rodilla todo lo que sea posible intentando llegar a tocar con el
muslo el abdomen.
3.
Extender la rodilla
y pierna todo lo posible, para descenderla lentamente, hasta el plano
del suelo o de la cama.
Acostado
sobre el vientre
1.
Flexionar la rodilla, intentando llegar a contactar el talón
del pie con la nalga del mismo lado.
Sentado
sobre una mesa y con las piernas colgando
1.
Elevar alternativamente la pierna, extendiéndola lo máximo
posible, sin mover el muslo y la rodilla.
2.
Descender la extremidad inferior que estaba en extensión hasta
la vertical, y seguidamente flexionará todo lo que sea posible.
Fecha
última Inserción/Actualización: 17/04/2013
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