En
esta forma de reanimación, el operador primero coloca a la víctima
en la posición supina y abre los conductos respiratorios colocando
una mano debajo del cuello y levantándolo, mientras mantiene presión
con la otra mano sobre la frente de la víctima.
Esto
extiende el cuello y levanta la lengua alejándola de la garganta.
La
boca de la víctima es cubierta por la boca del operador, mientras
con los dedos de su mano colocada sobre la frente del paciente ocluye
sus fosas nasales.
Aproximadamente
doce veces por minuto, el operador sopla en el interior de la boca un
volumen casi el doble del volumen de ventilación, luego permite
que la elasticidad de los pulmones de la víctima produzca la espiración
pasiva. El cuello de la víctima se mantiene extendido.
En
individuos apneicos, en los cuales no hay latido cardíaco detectable,
la respiración boca a boca deberá alternarse con masaje
cardíaco.
Las
ventajas de la reanimación boca a boca estriban no sólo
en su simplicidad, sino en el hecho de que actúa expandiendo a
los pulmones.